Los herederos de Tingatinga

La galería de arte africano Kalao reúne en una exposición obras de siete creadores tanzanos

El galerista Jesús Ahedo ante una escultura en ébano del artista John Fundi, incluida en la exposición ‘Tanzania, 50 años de arte popular’. / FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

blog_thumb_02-tingatingaEl manzano Eduardo Saidi Tingatinga (1932-1972) empezó a desarrollar su talento como músico y artista en los años 60. Tingatinga supo captar la atención de los clientes extranjeros mezclando en su pintura elementos más propios del imaginario europeo que del africano tradicional. El exotismo de la fauna, la vida cotidiana en África o las imágenes del Kilimanjaro, fueron los elementos que le sirvieron para desarrollar su estilo, un lenguaje sencillo y fácilmente reconocible. Con Tingatinga la tradición se sumó al arte pop que reclamaba el gustos occidentales contemporáneos y consiguió éxito y crear escuela. La obra de los artistas que siguieron el camino abierto por Tingatinga compone la exposición Tanzania, 50 años de arte popular, que la galería de arte africano Kalao (Arbolantxa, 6. Bilbao) presenta hasta finales de septiembre.

Las obras seleccionadas proceden de cuatro colecciones privadas españolas y presentan piezas de la denominada escuela de Tingatinga, integrada por sus seguidores: Simon Mpata, Ajaba, Damien Msagula, Rajabu Chiwaya, Mikidadi Bush, John Fundi y George Lilanga.

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Msagula (1939 – 2005 ) fue el más singular de los herederos artísticos de Tingatinga. Después de impulsar varias bandas de jazz, empezó su vida como pintor y consiguió destacar por su estilo único. «El color y la forma en sus pinturas está siempre en perfecta armonía», señala el galerista Jesús Ahedo. «Producía sus propios colores a partir de pigmentos que confeccionaba con plantas y raíces locales». Tras convertirse al catolicismo creó una serie de pinturas narrativas en honor a su nueva religión, la temática varia entre temas bíblicos hasta la eucaristía y la devoción mariana.

Tingatinga también influenció a dos de los más grandes artistas tanzanos: John Fundi (1939-1991) y George Lilanga (1934-2005). Fundi pasó a la historia como uno de los escultores africanos más talentoso y su obra forma parte de importantes colecciones internacionales, como la del francés Jean Pigozzi. Fundi y Lilanga proyectan sus creaciones desde el profundo imaginario de la cultura makonde y su mitología, llena de espíritus del bien y el mal. Son los shetanis, seres quiméricos y grotescos que se repiten en sus obras.

Lilanga creó un estilo más pop que revolucionó la plástica de su cultura, abriendo la concepción de la forma y la temática a un mundo en proceso de globalización. En cuanto a la técnica, Lilanga trabajó con materiales y en soportes muy diferentes: aguafuertes, maderas nobles al óleo sintético, batik, pieles de cabra o chapas de hierro. El artista dio el salto internacional y tras exponer en los años 70 en Estados Unidos e logró influir en artistas como Keith Haring.

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