Muertes maternas que se podrían haber evitado
“República Centroafricana”. Antes de llegar aquí, ese nombre evocaba en mi mente oscuras escenas de guerra civil, asesinatos sin sentido y una situación de pobreza extrema. Estaba nervioso. Entre otras cosas porque, de nuevo, iba a tener que trabajar y vivir haciendo uso de mi francés de nivel básico. Hice mis investigaciones, leí noticias de los últimos años y varios artículos de opinión. Todo lo que se publicaba sobre la RCA era, casi unánimemente, sombrío.
Cuando les dije a los amigos y a la familia que me venía aquí, la respuesta más común era: «República Centroafricana, sí, claro que sí, pero… ¿A qué país en particular del centro de África vas?»
A pesar de ser uno de los países más inestables del mundo, RCA sigue siendo un gran desconocido y, en cierto modo, una emergencia permanentemente olvidada. Olvidado por algunos, pero no para todos: Médicos Sin Fronteras ha estado aquí desde 1997 y, con 16 proyectos, es el principal proveedor de servicios sanitarios del país. El trabajo que hace la organización aquí es impresionante, pero también es un reflejo del deprimente estado de las cosas en un territorio que es más grande, en tamaño, que Francia y Bélgica juntas. Que una ONG se esté haciendo cargo desde hace años de un papel que debería ser cubierto por el Ministerio de Sanidad, demuestra que aquí nada, o casi nada, funciona como debería.
El proyecto en el que estoy trabajando está en una ciudad fronteriza con la República Democrática del Congo. Es un lugar en el que los grupos armados han dejado huella muy recientemente. Sin embargo, la situación está actualmente en calma y la población local —y nosotros— disfrutamos ahora de una relativa estabilidad.
La maternidad del hospital es donde paso la mayor parte de mis días y alguna noche de vez en cuando. Los casos son una mezcla habitual de partos normales, emergencias y alguna que otra sorpresa. Aquí las parteras, de un modo u otro, se las arreglan para sacar adelante a los bebés.
Tanto si vienen de cabeza o de nalgas, animarán y motivarán a la madre hasta la extenuación. En el África subsahariana, una cesárea puede salvar la vida, pero también es una cicatriz que se llevará de por vida. Los riesgos de complicaciones en futuros embarazos (aquí las mujeres a menudo tienen más de 10 a lo largo de su vida) provocan que el hacer esa incisión sea una decisión que deba tomarse con suma cautela, así que, por lo general, sólo lo hacemos cuando todas las demás alternativas se han agotado.